Daniel Zapata Vídeo

Yo, videógrafo de bodas

Ante todo, me gustaría darte la bienvenida y las gracias por entrar a conocer este blog y por dedicar unos minutos a conocerme. En esta primera entrada, hablaré un poco sobre mi, sobre lo que me define, sobre mi manera de trabajar y sobre cómo he llegado a ser quién soy.

Sí, soy videógrafo de bodas. Y también soy marido de una mujer estupenda llamada María y padre de cuatro maravillosos niños llamados Daniel, Miguel, Pablo y Alejandro. Ellos son los causantes de mi felicidad (y de mis canas, todo sea dicho), y mi motivo para sonreír cada día.

Quizás debería empezar por ahí, por hablar de las cosas que me hacen feliz, que son las cosas en las que vierto mi tiempo y energía. Todo aquello que me define y me ha convertido en la persona que soy a día de hoy.

Aparte de mi familia, otra cosa que me vuelve loco, es el cine. Desde pequeño he sido un apasionado del séptimo arte. Mi padre era muy aficionado a grabar cintas en VHS con películas que emitían en televisión y a mi me encantaba escarbar en su colección y ponerme sus cintas de vídeo una y otra vez. No sé cuantas veces pude llegar a reproducir películas cómo  E.T el extraterrestre, Quién engañó a rogert Rabbit, la trilogía de Indiana Jones o Grease entre otras, hasta el punto de dejarlas prácticamente inservibles.

Otra de mis grandes aficiones es la lectura.  Empecé aficionándome a autores como Roalh Dahl, Joan Manuel Gisbert, Edgard Allan Poe o, uno de mis favoritos: Stephen King. La cantidad de broncas que me ha echado mi padre por pillárme leyendo obras de este autor con el pretexto de que no tenía edad para leer esas cosas. Y luego estaban los cómics: Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape, Anacleto, Pafman, Rompetechos… Un día decidí escribirle una carta a Francisco Ibáñez, autor de Mortadelo, agradeciéndole la cantidad de horas que me hacía pasar disfrutando de su obra. ¡Y me respondió enviándome un dibujo suyo autografiado! Imaginad la cara de aquel niño de 12 años cuando sostuvo aquel tesoro entre sus manos. Actualmente lo conservo enmarcado en mi casa.

Esta afición me llevo a otra: dibujar. Cada día, al volver del colegio, pasaba horas dibujando. Incluso hacía mis propios cómics. Finalmente he conseguido contagiar a mis hijos de todas estas pasiones. Sí, soy un padre orgulloso.

Al final, descubrí que todos mis intereses me llevaban a lo mismo: a querer contar historias. Y entonces supe que a eso es a lo que me quería dedicar.

Cuando terminé el instituto, en 2004, comencé a estudiar la carrera de Comunicación Audiovisual. Y entonces, mi pasión por el cine fue en aumento. Pronto me agencié una cámara de vídeo doméstica y empecé a hacer mis pinitos realizando cortometrajes con amigos. Poco a poco, fui adquiriendo más conocimientos y mejorando la técnica y el equipo. Y a día de hoy, aunque tengo aún mucho por aprender, sigo haciendo, cuando el tiempo lo permite, algunas obras de ficción. Con un acabado bastante más profesional que el de mis primeras obras. Lo cual me ha llevado a ganar algún que otro premio en distintos certámenes de cortometrajes.

 

En 2008, a punto de terminar la carrera, quedé finalista en un concurso de cortos organizado por la universidad donde estudiaba, la UCAM, y me llamaron para realizar prácticas en el Gabinete de Comunicación de dicha Universidad. Terminados los estudios, me contrataron y allí comencé mi andadura en el ámbito profesional. Trabajando como realizador y editor de videos corporativos y publicitarios.

Años más tarde, tuve la oportunidad de trabajar para otros medios: En la televisión regional, realizando videos para la versión digital de un famoso diario de Murcia, en Gabinetes de comunicación de distintas empresas, agencias de Marketing, productoras, realizando videoclips musicales, spots publicitarios… al mismo tiempo, comencé a trabajar los fines de semana con algunos de los mejores fotógrafos de Murcia realizando vídeos de boda.

Y fue entonces cuando descubrí que quería trabajar realizando videos de boda.

Me di cuenta de que tenía la oportunidad de hacer lo que realmente me gusta: Narrar historias. Historias reales, llenas de emoción, de verdad, de naturalidad, de sentimientos y de alegrías. Podía trasladar a la pantalla todos esos momentos y entregárselos a mis clientes como un legado, que pasase de generación en generación, como documento audiovisual del día más feliz de sus vidas. Y fui consciente de lo importante y trascendente que podía llegar a ser mi trabajo para esas personas.

Pronto, creé mi propia marca. Empecé a encontrar mis propios clientes, a buscar mi propio estilo y actualmente puedo decir, con orgullo, que disfruto de una gran salud profesional y me siento muy afortunado al estar tan bien valorado por las parejas que confían en mi.

Pienso que  no hay mayor recompensa que la de entregar un trabajo a unos clientes y ver cómo disfrutan y se emocionan con película de boda. Dudo que haya nada más gratificante que ver como algo en lo que has invertido tiempo y esfuerzo es valorado. Y que te den las gracias sinceramente, y que hablen de ti a sus amigos, y que te recomienden.

Normalmente realizo videos de boda en Murcia, que es donde resido actualmente. Pero me encanta viajar y conocer sitios nuevos y contar historias diferentes.

El estilo es algo que vas puliendo con los años, algo que, quizás, nunca terminas de encontrar. Es algo difícil de tener: Un “algo” que defina lo que haces y cómo lo haces. Los reportajes de boda que pueden considerarse una combinación de tres estilos: documental, videoclip y artístico.

Daniel Zapata sentado en una silla de director con cámaras de vídeo

Me gusta jugar con distintos géneros, que en principio pueden entenderse como opuestos. Pero creo que en el día de una boda hay momentos que piden ser contados tal y cómo son, que necesitan beber de la realidad y mostrarlos pausadamente, con planos más estáticos y lentos y otros en los que se debe pasar de una manera un poco más ligera y dinámica y con cámara en movimiento. Y ambos pueden estar dotados de un tinte artístico que los diferencie. Por eso, pienso que los distintos estilos pueden convivir en armonía. Porque una boda es cómo una montaña rusa, las emociones varían. Y por eso el ritmo y la manera de narrar debe también hacerlo. Al menos así es como yo lo entiendo.

Al final se trata de ser fiel a la realidad, de contarla tal y cómo es, pero a la vez, ofrecer al espectador un producto dinámico y de fácil y digerible visionado. Tratar que el cliente pueda y quiera verlo todas las veces que le apetezca. E intentar que sean lás máximas veces posibles. Y que invitar a un amigo o familiar a ver su video de boda no se convierta en una tortura para él.

Otro aspecto que me gusta tener en cuenta a la hora de realizar reportajes de boda, es el relacionado con el sonido. Considero que una pieza audiovisual, por muy bien que esté grabada, aunque esté capturada con una cámara de última generación y con las mejores lentes, si el sonido no se cuida, la pieza audiovisual deja de ser una obra de calidad. Pienso que el sonido es tan, o quizás incluso, más importante que la imagen. Es por eso que le doy tanta importancia y lo cuido de esa manera, procurando siempre utilizar micrófonos y grabadoras profesionales para tal fin. Y cuidándolo y tratándolo de igual manera en la edición.

Del mismo modo, siempre procuro cuidar la imagen. Trabajo con equipo de última generación y con lentes luminosas. Siempre trato de trabajar con luz natural, pero si las circunstancias no son idóneas para ello, siempre traigo conmigo antorchas Leds para que la falta de luz no me impida capturar cualquier momento importante. En definitiva, procuro conseguir en todo momento imágenes, que al igual que el sonido, estén siempre cuidadas. Que ambas elementos sean de gran calidad, para ofrecer un producto final que tenga un acabo lo más cinematográfico posible.

Para ello también mimo mucho el trabajo de edición, haciendo un tratamiento de la imagen y el sonido minucioso y prestando mucho interés en el montaje, procurando dar a cada reportaje una entidad y personalidad distinta de manera que cada uno de ellos sea único y especial. Haciendo así de cada trabajo un video de boda original.

Y por último, Siempre trato de contar las cosas tal y cómo ocurren. Nunca forzaré a los clientes a hacer algo que no sea real, que no esté pasando. Evitaré los posados y la artificialidad propios de trabajos de boda de los años 90.

Siempre trato de documentar hasta el último detalle de cada evento, cada momento, cada instante, dándole a la pareja el protagonismo que se merece, pero acordándome en todo momento de cada invitado, ya que considero que son una parte muy importante del día. Risas, brindis y abrazos me ayudan a construir un relato lleno de momentos únicos para el recuerdo.

Pienso que la profesión de videógrafo de boda es un oficio que, hoy en día, no se valora lo suficiente. Aunque si es cierto que, poco a poco, va obteniendo el reconocimiento que, creo, se merece.

Muchas veces, el vídeo de boda, se considera un complemento secundario de la fotografía. Cómo un extra. Y creo que es un error.

Las películas de boda, porque creo que en cierto modo pueden considerarse obras cinematográficas, son un arte en sí mismas. La fotografía de boda consiste en congelar momentos y emociones, pero nunca podrá transmitir al espectador lo que transmite un video. Que es algo vivo, que te traslada a ese momento. Un lenguaje en el que juegan el sonido, la imagen y la música como instrumentos para hacer que revivas momentos irrepetibles de tu vida. Es algo que puede hacerte reír o llorar y sobretodo, llevarte a ese instante. Es lo más fiel a la realidad. 

Como decía al principio, sí, soy videógrafo de bodas. Y me siento orgulloso de serlo. Me encanta descubrir y contar nuevas historias.

Llevo en esta profesión desde el año 2009, con cientos de bodas ya a mis espaldas. Y espero seguir siéndolo mientras me queden energías.

Pelicula

A modern theme for the film industry & video production